La primera vez que los amantes del cine pudimos apreciar el talento de la actriz Natalie Portman
fue en el thriller policial "El perfecto asesino"
dirigido por el francés Luc Besson, al lado de Jean Reno.
Ambos personajes Mathilda y León, marginados y perseguidos por un demente y descontrolado policía de narcóticos (Gary Oldman), terminan enlazando sus vidas en una de las relaciones más extrañas e inquietantes que se pueden imaginar, la de una niña de doce años, maquillada y vestida como una mujer, tratando de seducir a un solitario y frío asesino de 45 años.
León, asesino a sueldo y amigo circunstancial de Mathilda, termina enamorándose de ella con total trasparencia e ingenuidad. Su amor, carente de sexo o pecado, más parece un intento desesperado de redención. Al final ese amor absoluto y total
hacia Mathilda, lo empuja a ofrendar su propia vida por ella.
Actuación extraordinaria de esta chica a sus escasos doce años, sobre todo por la carga de tensión sexual entre los personajes y el ambiente de amargura y fatalidad en la que se desenvuelve la trama.
Hoy 15 años después, vemos de nuevo a esta mujer, en otro filme, muy distinto del anterior, pero igualmente desconcertante: Nina, joven bailarina de ballet, talentosa y ambiciosa, mantiene una tormentosa relación con su sobreprotectora madre y un deseo desproporcionado de complacer a su maestro de baile, quien es también el determinador de su triunfo o fracaso.
Sus deseos de alcanzar la gloria se desarrollan dentro de las influencias opuestas de la madre y el maestro. La una pide fría disciplina y autocontrol, el otro exige perfección, pasión y abandono de los sentidos. Mientras la madre desea que Nina alcance sus sueños desde la seguridad del hogar, el maestro la empuja para que abandone el capullo y deje salir el yo tormentoso y "malvado" que todos llevamos dentro.
Una historia de amor con final trágico contada con el lenguaje de la danza y la música de Tchaikovsky son el pretexto para que Nina experimente la lucha entre su yo natural y su alter ego deseoso de ser, el cual termina por triunfar, acabando de paso con el alma y la vida de Nina.
El final es un tanto decepcionante pues el límite entre la realidad y las alucinaciones de Nina no son claros y el trágico desenlace no parece ser el epílogo natural de esta historia.
En síntesis:
Brillante guión.
Un filme que pudo haber explotado mejor el lado oscuro de la protagonista.
Una actuación excelente de Natalie Portman que le significó el premio Oscar de la Academia de Ciencias Cinematográficas de Hollywood a la mejor actriz pricipal.
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