En la educación básica y media con frecuencia experimentamos una especie de marasmo creativo en el momento de evaluar conocimientos. Recurrimos entonces a la sempiterna y aburrida hojita arrrancada del cuaderno. Proponemos algunas preguntas y... ¡Epa, ya estamos evaluando!
Incluso, a veces, en un rapto de inspiración y creatividad
usamos preguntas de selección múltiple, apareamientos o frases a las que se les relaciona un "falso" o "verdadero".
Sin entrar en detalles acerca de cuan conductista sean estas prácticas evaluativas, solamente refiriéndonos a la "versatilidad", resulta patético nuestro arsenal evaluativo.
Si además, consideramos la poca o nula preocupación por estilos cognitivos, características individuales y pertinencia con la naturaleza de lo evaluado (se evalua de la misma manera conocimiento, destreza o competencia), lo patético se torna trágico.
Lo último que queremos es ser acusados de escasez de repertorio. Para que esto no pase visite el siguiente enlace para que vea todas las posibilidades y alternativas que puede usted emplear en el momento de evaluar:
Técnicas e instrumentos para realizar la evaluación del aprendizaje.
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