Hace algunos días abrí el Word y empece a escribir una carta dirigida a una EPS local. La guardé en mi memoria USB portable ("pendrive"), con la intención de terminarla en otro momento.
Algunos días después necesité entregar la carta. Como no estaba en mi casa, me dirigí a un servicio de alquiler de computadores (ordenadores) por horas. Conecté mi "pendrive", abrí el Explorador de Windows, busqué la carta, terminé el texto, hice las correcciones de rigor, volví a guardar el documento terminado, luego lo mandé a la impresora, esperé algunos segundos y recibí de la administradora del lugar dos pulcras páginas primorosamente impresas en tinta negra brillante sobre un impecable fondo blanco.